Decía Susan Sontag que el silencio tiene una estética determinada a la que el arte debe dirigirse. Esta idea, la de la estética del silencio, está presente, de manera tanto implícita como explícita, en gran parte de nuestra historia.
El silencio, lo ausente, lo que no se ve (o no se quiere ver), es esencial en nuestra forma de entender el mundo.
De hecho, los silencios son, y siempre han sido, un elemento clave de los mapas, como productos que, más allá de su aparente (y falsa) objetividad, reflejan una determinada cosmovisión y un contexto de creación que nunca puede ser obviado.
Así, tener en cuenta los silencios cartográficos, preguntarnos el motivo de la ausencia de un espacio (o de la información relativa a un espacio) en un mapa, abre nuevas posibilidades a la hora de entenderlos, y, por tanto, comprender nuestra percepción de la realidad.
A través de diversos ejemplos de mapas de diferentes épocas y contextos culturales, desde la Antigüedad hasta el mundo contemporáneo, veremos cómo el silencio ha construido nuestra visión del mundo.